Tenemos cinco días y hay que
aprovecharlos, hemos ido a renovar la visa y a reunirnos en la oficina de VIN
para dar parte de cómo van los proyectos, con los que los días se nos escapan
de las manos. Lo que no consentimos que se nos escapen son las buenas comidas,
carne a todas horas y las noches.
Salimos de bares, de conciertos y de
discotecas, como si estuviéramos de Erasmus (los que me conocen saben que yo tampoco soy de la que más sale
en España, ni la que apura las noches hasta el final) pero aquí es distinto,
sobre todo porque a las diez cierran los bares normales, a las doce las
discotecas y a las dos los lugares más oscuros... así que es fácil aguantar… No
hay peligro, sobretodo porque somos un grupo más o menos grande, y a última
hora siempre voy con los chicos y con Alice.
Salgo bailo, bebo y me divierto. Y
no paro de pensar como estoy en el mismo país de Taluwa, cómo hay un concierto
de rock nepalí, cómo estos jóvenes del escenario, con sus pantalones ajustados
sus pelos largos y sus inquietudes musicales, viven en el mismo momento
histórico que los jóvenes que vemos de Taluwa incapaces de responder las
preguntas más simples. Me choca tantísimo que es casi el único tema de
conversación que puedo mantener. Enserio, hemos viajado durante dos días para
hacer 250 kilómetro, pero hemos dado un salto en el tiempo de cuanto… ¿treinta
años? Hay tantísima diferencia que me resulta increíble. El verdadero choque
cultural se vive aquí y es para ellos. Debe de ser infinitamente más
incompresible la forma de vida de un Taluwense que viaja a Katmandu de lo que
pueda parecerme a mí…
Por otro lado, es cierto que
prácticamente no hay chicas en los bares, y las pocas que hay son europeas.
Por
supuesto Katmandú es mucho más que Thamel, y seguramente la mayoría de los
jóvenes nunca han pisado éstas discotecas…pero tengo la impresión de estar
viviendo los inicios de…no se…¿la movida madrileña?
Hay tantas opciones a todas horas y
en todos lados…cappuccino, queso, ensaladas, tartas, lugares, tiendas,
hamburguesas, un simple bocata, chocolate en todas las versiones, fruta…toda la
que quieras. Paseos, sitios por los que perderse…gente, caras desconocidas,
guiris, asfalto…tráfico y cañerías…tantas cosas… que aunque pensaba que no
echaba en falta acudían a mi casi con asombro por su descubrimiento, casi con
añoranza, casi con deseo de no dejarlas, casi con extrañeza por no saber cómo
había vivido sin ellas…
Uno se adapta sí, y vive feliz… pero
no olvida.
Han pasado casi 15 días desde tu ultima "entrega" y ya echaba de menos los relatos de vuestra estancia. Decir que me han gustado mucho sería una forma un poco pobre para definirlos porque nos han divertido y emocionado. Nos parece muy bien que nos acerques a sus costumbres, a tu vida de cada día, a que nos muestres su modo de vivir primitivo? y feliz. También disfruto de tus reflexiones tus "caídas y renuncias" y tu tierno y hermoso relato del parto.
ResponderEliminarEn fin... como tu has contado muy bien, no pasa NADA porque asi tiene que ser y tus hermanos nepalies os estan (nos están) enseñando a relativizarlo todo.
No se si animaros porque ya queda poco para finalizar vuestra experiencia o consolaros porque ésta se acaba