Decidí que con el año dejaría de fumar, estaba harta y
preocupada.
Me considero una tía
valiente, coherente, lista y fuerte. Pero cuanto más tiempo paso en éste viaje más
lejos me quedo del resto. Más enferma me siento, mas cansada. Soy la última en
todas las caminatas, y una vez que he digerido mi orgullo (que me ha costado lo
mío) sólo me queda aceptar que estoy enferma con treinta años, que no puedo
seguir el ritmo de un grupo de gente que no es especialmente deportista, sólo
me queda verlos alejarse, sin entender muy bien porque no puedo seguir el ritmo…
Cada excursión es un desafío, he notado mejoría desde que
estoy aquí, claro que si…ya no me dan los ataques de asma, pero sobretodo
porque ahora descanso más, porque voy a mi ritmo y me paro, y me vuelvo a parar
las veces que hagan falta, y aun así voy ahogada… me paro más que Alice, que
tiene un problema en la rodilla, más que María o Iñaki que también fuman… Soy
la que peor lleva las caminatas…
Así que necesito saber si es el tabaco o soy yo, puedo
aceptar que mi condición física sea distinta del resto y en fin que tengo asma…
pero lo que no puedo hacer es provocarme yo una enfermedad voluntariamente que
me imposibilita y me deja al final de la cola, que me limita el viaje…que me
destruye.
Sé que para muchos esta reflexión puede parecer obvia, porque
lo es… pero de verdad no es lo mismo vivir en España, y coger el coche, andar
poco más que para pasear al perro, o algún finde semana en el campo... así realmente no notas la diferencia. Si haces
algún deporte siempre es por placer, y llegas hasta donde puedes sin medir bien
cuánto. Pero aquí… aquí hay que andar una media de una hora diaria cuesta
arriba por el monte, andar para cualquier cosa, cuesta arriba repito, por el
monte…
Tengo casi calculados los pasos que doy entre descanso y
descanso, localizadas las piedras en las que me siento y reposo, casi le he
puesto nombre a las distintas cuestas, y mi ánimo va despareciendo en cada
pisada, cuando levanto la vista y veo la colina…me dan ganas de tirarme de cabeza
para abajo.
Así que sólo me queda dejar de fumar y ver qué pasa. Ver si
mejoro o acepto que es lo que puedo dar de mí y definitivamente me planto y no
me muevo de mi casa…ya tengo mucho material grabado…
Todo esto lo pienso mientas vamos de camino a Bimire, dónde
vamos a celebrar la Noche Vieja. Decidí hace unos días que esa iba a ser la
última noche que fumara… Si, ya sé que no soy muy original, y que dejar de
fumar es el más típico de los propósitos para el nuevo año… Pero bueno, me
pareció mejor posponerlo a después de la “gran noche”.
Lo tengo todo preparado, sólo me queda una cajetilla de
tabaco y en Bimire es imposible comprar. Aunque sólo aguante un día me valdrá
para saber si la subida la hago mejor. El plan es quedarme en Bimire, en casa
de Carlo e Iñaki hasta el día dos, y así aprovechar para grabarles unas
entrevistas sobre el proyecto, y darme tiempo para limpiar un poco lo que haya
fumado de más en Noche vieja, todavía me acuerdo de lo que me costó subir
después de la fiesta del cumple de Solvay.
La sorpresa llega con Iñaki, ya lleva tres días sin fumar!!!
Ahora sí que no puedo echarme atrás…
Procuro acabar con el paquete esa misma noche, (por supuesto
no me supone un esfuerzo).
Día 1, amanezco sin
tabaco, con algo de resaca y mucha tos del exceso, así que no es demasiado
difícil no fumar, prácticamente ni lo necesito, por las dudas me pego a Iñaki
para no ver a nadie fumando y paso el día casi sin darme cuenta.
Día 2, me pongo a currar desde bien temprano, me hago con
los chicles de todos mis compis y los paso sin fumar, sólo con algún momento
crítico que puedo soportar. Decido quedarme una noche más en Bimire por miedo a
las recaídas y porque en realidad estoy a gusto, tengo vida social y apoyo para
no fumar.
Día 3, yo sigo grabando entrevistas y recursos para el
documental. Descubro que la familia de Uttar (el nepalí dueño de la casa) es
una belleza, y él es uno de los pocos hombres que friegan y ayudan en casa en
éste país…creo que me he enamorado…
Cuando me apetece un cigarro me como un chicle, y si el
ansia es muy grande… esnifo del paquete vacío que aún conservo, igual que si
fuera adicta al pegamento… esta imagen tan ridícula de mi me ayuda a sentirme
estúpida si fumo y a liberar el estrés con la risa que provoca, (total el que
no se consuela es porque no quiere…)
Sobre todas las cosas me ayuda la idea de que hoy voy a
volver a casa y no puedo fumar, si no el esfuerzo de estos días no valdrá para
nada…
Y por fin, parto monte para arriba otra vez camino de casa…
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