viernes, 14 de febrero de 2014

KATMANDÚ UN VIAJE EN EL TIEMPO.


Tenemos cinco días y hay que aprovecharlos, hemos ido a renovar la visa y a reunirnos en la oficina de VIN para dar parte de cómo van los proyectos, con los que los días se nos escapan de las manos. Lo que no consentimos que se nos escapen son las buenas comidas, carne a todas horas y las noches.
Salimos de bares, de conciertos y de discotecas, como si estuviéramos de Erasmus (los que me conocen  saben que yo tampoco soy de la que más sale en España, ni la que apura las noches hasta el final) pero aquí es distinto, sobre todo porque a las diez cierran los bares normales, a las doce las discotecas y a las dos los lugares más oscuros... así que es fácil aguantar… No hay peligro, sobretodo porque somos un grupo más o menos grande, y a última hora siempre voy con los chicos y con Alice.

Salgo bailo, bebo y me divierto. Y no paro de pensar como estoy en el mismo país de Taluwa, cómo hay un concierto de rock nepalí, cómo estos jóvenes del escenario, con sus pantalones ajustados sus pelos largos y sus inquietudes musicales, viven en el mismo momento histórico que los jóvenes que vemos de Taluwa incapaces de responder las preguntas más simples. Me choca tantísimo que es casi el único tema de conversación que puedo mantener. Enserio, hemos viajado durante dos días para hacer 250 kilómetro, pero hemos dado un salto en el tiempo de cuanto… ¿treinta años? Hay tantísima diferencia que me resulta increíble. El verdadero choque cultural se vive aquí y es para ellos. Debe de ser infinitamente más incompresible la forma de vida de un Taluwense que viaja a Katmandu de lo que pueda parecerme a mí…

Por otro lado, es cierto que prácticamente no hay chicas en los bares, y las pocas que hay son europeas. 

Por supuesto Katmandú es mucho más que Thamel, y seguramente la mayoría de los jóvenes nunca han pisado éstas discotecas…pero tengo la impresión de estar viviendo los inicios de…no se…¿la movida madrileña?

Hay tantas opciones a todas horas y en todos lados…cappuccino, queso, ensaladas, tartas, lugares, tiendas, hamburguesas, un simple bocata, chocolate en todas las versiones, fruta…toda la que quieras. Paseos, sitios por los que perderse…gente, caras desconocidas, guiris, asfalto…tráfico y cañerías…tantas cosas… que aunque pensaba que no echaba en falta acudían a mi casi con asombro por su descubrimiento, casi con añoranza, casi con deseo de no dejarlas, casi con extrañeza por no saber cómo había vivido sin ellas…


Uno se adapta sí, y vive feliz… pero no olvida.

KATMANDÚ, UN VIAJE A LA INCOSCIENCIA


Desde navidades no hay otra cosa de la que hablemos que el viaje a Katmandú. Hacia mediados de enero tenemos que ir a renovar el visado, y todos nos lo hemos planteado como unas mini vacaciones. No paramos de hacer cuentas de cuantos días quedan, hemos tenido que hacer algo de presión para que nos den varios días allí, ya que el viaje es de dos días y que mínimo que estar allí unos tres para poder coger fuerzas para el viaje de vuelta. En la memoria de todos está aun cuando vinimos a Taluwa y lo largo e insufrible del viaje.

La verdad es que yo tengo ganas de ir, pero me sorprende que no tanto como mis compañeros,  ellos sueñan con todas las comodidades del primer mundo y yo que también las echo de menos, no puedo dejar de pensar que en fin…aquí tampoco se está tan mal. Recuerdo la ciudad como un caos, sucia, ruidosa, carísima y con tanta polución que me picaba la cara, me lloraban los ojos y los mocos salen negros (claro que esto último también pasa aquí cada vez que nos movemos en bus por el polvo que levantamos).

Por fin llega el día, vamos primero a Okhaldhunga, dormimos allí y por la mañana temprano partimos hacia la ciudad. Nos han dicho que el jeep viene a recogernos a las siete de la mañana pero con el horario nepalí, ninguno confiamos en que sea cierto, aun así por las dudas nos acostamos pronto y a las cuatro de la mañana tocan con prisa la puerta de la habitación donde dormimos, Alba, María y yo. Es Ganesh gritando nerviosos que el jeep está en la puerta para recogernos… “¿¿¿¿¿cómo?????”, pues sí el conductor le ha llamado y le ha dicho que pasaba ya a por nosotros, y efectivamente ahí estaba…
Nos levantamos maldiciendo, con legañas y sin tiempo para desayunar, sin saber muy bien que pasa, pero pensando en que en el fondo cuanto antes salgamos antes llegamos así que  cargamos los bultos a los coches.

Usamos dos jeeps, porque en total somos once y los jeeps son de diez personas, así q tenemos que completarlos, por eso lo de salir tan temprano y por eso a los quince minutos de viaje paramos en “Milanchoc” que es digamos la parte baja de Okhaldhunga de dónde salen todos los transportes, y allí desayunamos y esperamos pacientemente hasta completar los jeeps. Así con un chia y una somosa de desayuno, vamos recogiendo gente que quiera ir a Katmandú y por supeusto se nos hacen las siete de la mañana.

 Por fin, podemos partir…

El jeep con diez pasajeros no es cómodo y saltamos en cada bache todo al unísono, tenemos unas cuatro horas de viaje hasta llegar al puente, ese que debemos cruzar a pie. Para después montarnos en otro jeep.

Ésta parte del camino no la conozco, en el viaje de ida a Taluwa era muy de madrugada y sólo recuerdo cabezadas y acantilados que no quería mirar.
Ésta región hace honor a su nombre, Okhaldungha significa nuez de piedra, y piedra hay por todos lados como en Taluwa. Subimos y bajamos dos montañas y lo único que vemos son zonas rocosas áridas y piedras por todos lados, hay poblados, ( más bien casas mal agrupadas a lo largo del camino) todo es bastante parecido del lugar de dónde venimos.
Hoy no me sorprenden ni los botes que damos ni los acantilados me parecen tan peligrosos…me he acostumbrado y mi percepción del peligro y de lo que es “inhumano” ha cambiado.

Llegamos al puente, y lo cruzamos, éste sí me parece tan largo cómo la primera vez y no paro de pensar en la señora que me porteó los bultos, la busco entre la gente, pero no la veo, ésta vez no necesitamos porteadores, no llevo esa segunda maleta.
Tardamos como una media hora en encontrar otro par de jeeps y completarlos para seguir el camino. Y a los pocos kilómetros podemos ver como la orografía ha cambiado, cruzamos el Tarái (el valle de Katmandú) lleno de campos verdes de trigo y arroz, con el gran (duk kosi) el río que nos acompaña todo el camino y que ahora tiene menos caudal, estamos a finales de invierno, y la época de lluvias queda muy lejos.

Por ésta zona hay menos montañas y supongo que por esto las casas se amontonan más ordenadas, dibujando lo que nosotros consideramos pueblos. Por el camino medio enserio medio en broma comentamos que éstos podían ser los pueblos en dónde nos hubiera gustado trabajar, mucho más bucólicos, más cómodos, y definitivamente más bonitos.
Por la noche llegamos sin energía por fin a Katmandú, al hotel “Premium” el mismo de la otra vez, pero no hay habitaciones para todos así que  Alba, María, Ganesh, Iñaki, Pablo y yo nos vamos a otro hotel.

Lo primero que hago es sentarme en el wáter…joder como lo echaba de menos, y yo que decía que no tenía problemas en usar el baño turco en cuclillas…pero dónde va a parar. Estoy tan emocionada que le hecho una foto y le escribo una Oda que publico en Facebook.
“Me hallo cual princesa en un trono, mi esfínter está relajado,
Qué placer más mundano, cagar en un buen wáter sentado!”
Sé que no es para sentirse orgullosa de mis rimas, pero de verdad…que placer…

Por la mañana, bien temprano, nos duchamos “ohhhh!!! Agua caliente, solo con abrir un grifo!! Y con presión! Como te echaba de menos!”
De camino a “Premium” para el desayuno pasamos por una pastelería y paramos “ohhhhhh, un buen café de cafetera, con su olor y su espumita en la leche….ohhhhh, pasteles de chocolate! Donuts! Croissant!!!”
Convencemos a Ganesh y desayunamos previo al desayuno gratis en el hotel, no nos importa.

Y ahora sí tengo que hacer un alto importante en la historia y hablar de lo que para mí supuso ese desayuno tan común europeo. Me pedí un café con leche, con doble de azúcar y un croissant de chocolate, y de verdad os lo juro que sin saber porque mis ojos se encharcaron de placer, y lloré. No como una magdalena acongojada, claro que no. Pero sí extasiada porque no cabía en mi más felicidad, añoranza, disfrute… y no pude evitar pedir un cigarro y fumar (Lo siento mamá, Esteban y Begoña) pero no os podéis imaginar lo necesario que era completar ese cuadro, disfrutarlo sin problemas, al cien por cien (puede pareceros una estupidez, y sé que lo es. Pero no sabía lo que echaba de menos los placeres banales de España hasta ese café, ese croissant, ese chocolate y ese cigarro)
Me gustaría decir que todo esto no tenía precio y no lo tubo por las endorfinas que generó mi cuerpo y lo feliz que me sentí…pero si  monetariamente y nos costó la tontería más que una comida completa en Okhaldhunga, el doble de una noche de hotel… pero lo pagué feliz, con la certeza de que los próximos día buscaría un sitio más barato para repetir la hazaña.


LOS QUE ME OBSERVAN




Ahora escribiendo éstas líneas estoy en un bar (construido con tablas de madera sucia), tomándome un chía (te, aceitoso y con posos que no se si son el ingrediente estrella o el que nunca debió llevar), compartiendo mesa con tres lugareños que me observan, sin saber que tipo de mujer soy…sola en un bar, con un ordenador portátil que no se si han visto alguna vez. Y la imagen  me hace gracia, igual que a ellos, que no saben si fumar a mi lado, si saludarme o que hacer…pero no pueden dejar de mirarme con asombro. El mismo asombro que me causan ellos a mí…
La mujer que regenta el bar también me mira, cuando he entrado me miraba casi con susto,… ¿Qué podía buscar yo en un sitio así? Ahora me mira con curiosidad desde el rincón donde está la cocina de adobe mientras calienta a leña los chías del resto de parroquianos. Y si levanto la vista del ordenador y la miro aparta los ojos con vergüenza. A las puertas del bar se agolpan los viandantes, primero niños y luego cualquiera que pase se queda mirándome, unos segundos, unos minutos, preguntándose qué hago aquí. Algunos sonríen, otros se van.
Desde que llegamos aquí siempre es así. Algunos de mis compañeros se sienten molestos, y tengo que reconocer que a veces lo es, porque de verdad que se paran a tus espaldas y mantienen los ojos clavados en ti. Pero somos tan extraños… tanto como ellos para nosotros, la diferencia es que nosotros tenemos un concepto absurdo del respeto o la intimidad, y ellos están deseosos de conocer y se olvidan de esto.
Hay algo que seguro que echaré de menos cuando vuelva a España, y es la frescura de ésta gente. Ellos por cultura no se saludan si se cruzan en el camino, no se dan los buenos días ni las buenas noches…no se despiden. Ya nos advirtieron de esto, pero yo en un intento de parecer amigable siempre lo hago, siempre que me cruzo con alguien por el camino, lo saludo intento pronunciar correctamente, junto mis manos a la altura de la barbilla e inclino la cabeza mientras con una sonrisa dedico un namasté, esto provoca a la vez asombro y risas, y con el tiempo ha germinado, y todo el que me conoce cuando me ve desde lejos sonríe y se prepara para saludarme. Puede que en el fondo piensen “mira la loca esta”, pero siempre son cariñosos. Y a mi me divierte.
Por otro lado los niños, que han aprendido lo más básico de inglés (sea la hora que sea siempre te dedican un “good morning sister”) Están encantados con mis saludos y sin quererlo hemos establecido un juego, ellos en cuanto me ven, bajan corriendo de sus casas al camino (enserio tooooodos, o casi toooodos los niños, de distintas casas durante casi una hora) Gritan desde lo lejos, “namaste sister”, y yo respondo “namaste” y ellos dice “good morning sister” y yo respondo “good morning” y así, una y otra vez hasta que los paso, y entonces cambian “bye bye sister” “ tata sister” y como yo sigo respondiéndoles ellos siguen saludando hasta que los pierdo. Ellos se divierten y ríen y yo también. Es una locura y cuando voy agotada por el camino ya no me hace tanta gracia pero siempre es mejor que maldecir… Y en el fondo me anima.
He ido con pies de plomo con las cuestiones culturales más complicadas, aquí nos habían dicho que no se hablaba de novios, ni de menstruación ni de nada “impuro”. Pero eso es lo que le gustaría a los más puritanos de la zona. Mi ama, (y sus amigas) cada vez que pueden me preguntan, y ya que han cogido confianza cada vez son más valientes. El otro día las acompañé a repartir la vacuna de la polio entre los niños de la zona, y aprovecharon para sacarme información. Son como adolescentes con los temas sexuales. “tu novio, ¿te besa?, ¿si?...” Y no podían parar de reírse y de preguntar cómo y cuándo… son encantadoras… Y yo que veo q les gusta me hago la burra y cada vez las escandalizo más, cosa que las anima a preguntar…es divertidísimo ;)
No sé muy bien a donde quiero llegar, pero seguro que quiero seguir caminando, junto a miradas distintas, a formas distintas que me enseñen lo bueno de cada mundo, las caras de otros, que hablan de que el mundo no es más que lo que hacemos, y cómo lo hacemos.

Somos infinitamente pequeños y nos provocamos quebraderos de cabeza infinitamente grandes que no nos pertenecen, los grises, los puntos medios existen, están ahí y quiero conocerlos.  

EL PARTO DE SUSILA


El día anterior nos habían dicho que una vecina había roto aguas pero no daba a luz, habían venido a buscarnos para ver si podíamos ayudar con nuestras medicinas del primer mundo, pero no pudimos hacer otra cosa que aconsejarle que fuera al centro médico.“A media hora andando hay uno”, y allí fue la muchacha, andando, ya de parto con unos dolores tremendos y de allí regresó en la misma situación horas después, el médico la había “examinado” y le había dicho que volviera a casa, y que esperara que todo iba bien.

A la mañana siguiente mientras comíamos llegó un vecino anunciando la buena noticia. Susila había cogido un jeep y se había ido a Okhaldhunga al hospital, y en mitad del camino había dado a luz, en el jeep. Y ya la traían de vuelta, no había hecho falta llegar al hospital, ni hacía falta ir para chequear que todo estaba bien… simplemente había parido y volvía a casa.

Mientras esperábamos al jeep con el recién nacido Sarita nos contó cómo había traído a sus hijos al mundo Sola, en casa, Kedar había salido a trabajar (las tres veces) y las tres veces fue doloroso, aunque muy rápido. Las tres veces lloró, parió y limpió su sangre a continuación… Las dos primeras fueron niñas, y Kedar también lloró. El último parto trajo Anil (el chico) y Kedar por fin fue feliz.

Un griterío de niños viene del camino, anunciando que el jeep se acerca y salimos a recibirlo.
Lo primero que veo es que de la parte de atrás del jeep, antes de que éste termine de parar sale el abuelo del recién nacido borracho al que han recogido por el camino, casi se mata intentando bajar.

De la parte de adelante salen un par de mujeres mayores, una porta un lio de mantas en las que se esconde el bebe, bien abrigadito, dormidito y dulce. Limpio, con su carita chiquitita y tranquilito. Del otro lado sale la madre, una niña de unos veinte años (este es su segundo hijo, y éste es por fin un niño) Todo el mundo está contento. Ella aguanta de pie como puede, se la ve cansada, agotada e intenta sonreír mientras los vecinos la felicitan, y curiosean a su bebe. El borracho se abalanza continuamente sobre el niño para ofrecerle sus bendiciones, y a mi me está poniendo muy nerviosa.

Susila intenta apoyarse en la carrocería del jeep porque ya no aguanta mucho más de pie. Lleva un jersey rosa, me llama la atención porque es realmente infantil, con unos corazones bordados. Le han improvisado una falda con un ato que sólo deja ver un palmo de sus tobillos, por los que de repente aparece una gota de sangre, roja…brillante y limpia. Y detrás de esa gota vienen otras, pero la muchacha no se queja. Aguanta el rato.


Hay unas mujeres sacando trapos y mantas del jeep, cubiertas de sangre. Mi madre ha traído una jarra, agua y lo están limpiando todo. Hacen un ato y se van para casa. Susila anda como puede, con las piernas encorvadas y lento por el sendero en cuesta que lleva a su casa, dejando un rastro de sangre que descubriré días después. 

SE PUEDE VIVIR ASÍ… SE PUEDE VIVIR CASI DE CUALQUIER MANERA.


Desde hace unos años y gracias a la crisis en España me he planteado mil maneras distintas de vivir, de cómo podría ser mi casa, de cómo manejar mis posibilidades para poder tener una.
He hablado con mi pareja miles de veces sobre como intentar ahorrar algo de dinero y construirnos nuestra propia casa… energéticamente autosuficiente… con materiales reciclados… (Y le doy gracias por ser el percusor de esa idea en nosotros, por insistir hasta la saciedad y no dejarme otra opción hasta verlo claro)

Los motivos siempre me han parecido de lo más razonables; por un lado porque quiero (necesito) construir un mundo a mi alrededor en el que quiera vivir, y por otro porque económicamente es lo único que puedo hacer…una casa de adobe es infinitamente más barata que una de hormigón, reutilizar el agua es infinitamente más económico que no hacerlo…hacer bonitas vidrieras con botellas de cristal es posible con mi presupuesto, pero no hacerme un rosetón…
Pero claro, a la vez que en mi mente lo tenía clarísimo nunca he sabido si en la práctica sería factible, yo no sé construir una casa (pese a que haya participado en algún cursito de bioconstrucción), no sé si vivir rodeado de animales, así como hacía mi madre antaño es “sano”, ¿Qué pasa con las enfermedades? ¿Qué pasa con el agua corriente? ¿Necesito una casa bien aislada? ¿Qué pasa con las ratas?...

Bien, pues ahora lo se… ¡qué pasa con todo eso? Pues no pasa nada…N A D A, de nada. Se vive bien, con lo que se tiene, y se puede vivir de infinitas maneras… Sé que esto que digo a algún lector con experiencia en el campo puede provocarle una amplia sonrisa, pero para mí no era tan obvio, hasta ahora.

En casa de Sarita y Kedar no hay agua corriente. Hay una fuente (comunitaria) a las espaldas de la casa y desde allí se tira una manguera que llena un par de depósitos que hay en la casa una vez al mes. Es cierto que no siempre hay agua, y que a veces Cancho (nuestro hombre trabajador) carga a la espalda con bidones de agua que llena en una fuente más lejana, pero eso ocurre muy pocas veces…
Estos depósitos son el almacén general del agua para la casa. De aquí se coge el agua para llenar el depósito con grifo que sirve para fregar los platos y lavarse las manos antes de comer.
De aquí, se coge el agua para llenar un par de cubos para tener agua en la cocina.
Hay otro depósito en el techo del baño, éste también se llena con la manguera. De éste depósito salen dos pequeños tubos, uno va al cubo (con grifo) que hay en el water, y que se usa como cisterna, sólo hay abrir el grifo llenar un bote y arrojarlo al water…
El otro tubito que entra a la habitación contigua,  acaba en grifo y es en sí la ducha. Gracias a la gravedad, el agua baja por si sola del depósito a dónde es útil, es cierto que no tiene mucha presión…pero aunque no puedas creértelo cumple con su cometido.

Por otro lado, si esperas a ducharte a la tarde, después de que el sol haya calentado el depósito, te encontrarás con que el agua está caliente…Y si el día ha sido frío…y no quieres arriesgarte, siempre está la posibilidad de calentarla al fuego., con tres teteras es suficiente…

Aunque aquí he descubierto que el manejo del fuego (ago, como lo llaman ellos) es todo un arte…no es igual que encender para una barbacoa, es toda una ciencia…

El agua, que llega a casa no es necesario que sea potable, y esto que en principio puede escandalizarnos tanto, es lo que pasa también en España, o por lo menos en Murcia, a nadie se nos ocurre beber agua del grifo (es cierto que no me va a dar cagalera, pero si piedras en el riñón).
Aquí, el agua se hierve, se esteriliza y se usa, sana y gratis. A demás por nuestra seguridad la ONG nos ha dado filtros de agua, con lo que en casa solo tenemos que dejar que el filtro trabaje y podemos beber seguros.

Absolutamente todo es útil. Aquí no hay basura, no hay desechos, primero porque no se consumen prácticamente ningún tipo de plásticos, y segundo porque todo tiene otra vida.

Los desechos orgánicos son el alimento de los animales.

La ceniza del fuego sirve para fregar los platos (tiene grandes cualidades desinfectantes y blanqueantes).

Lo que se cultiva en el campo es lo que hay…no hay mucho, y más en ésta época del año, pero está ahí bajo tus pies, gratis y sano.

En casa se hace todo lo que se consume, la leche del búfalo y la vaca se bebe por las mañanas, por la noche, se hierve y se hace yogur, y del yogur se hace “gui” que es una especie de mantequilla y “mui” un yogur muy líquido. No hacen queso, no sé porque razón…pero nosotras en casa lo hemos hecho con Sarita, sin cuajo, y además de dos tipos: mezclado con limón y otro con yogurt ¡riquísimos!

Tenemos los animales que necesitamos para vivir, nuestra familia es pequeña, así que nos vale con tres cabras, dos gallinas con seis pollos, un búfalo con su bufalito, y una vaca con su ternero.

Tenemos ratas, deambulando a sus anchas por el techo del cuarto y la cocina. Y Sarita se ríe cuando las oye…y yo que al principio no tocaba nada, ahora acaricio a los animales y dejo que las cabras me coman el dedo sin amputármelo después…

Es cierto que una vez por semana o cada dos sufro de algo de diarrea…pero no es incontrolable, y si me acordara de lavarme las manos más a menudo, seguramente acabaría con ella…

No se usan productos químicos para nada, y no son necesarios.

No hay coches, ni medio de transporte. Si tienes que ir algún lado echas a andar y listo. Y llegas cuando llegues, y no pasa nada si llegas tarde, lo que no se hace hoy, se hace mañana…nada es tan urgente.

Vivo feliz sin reloj, sin despertador…el gallo, el perro, o la radio de Kedar me despiertan puntuales cada mañana. Llevo tres meses con el móvil en silencio, y oigo perfectamente la vibración. De hecho me molesta si suena una melodía.

En España, si tenía que ir algún lado y tardaba más de media hora andando cogía el coche, aquí ni siquiera me planteo cuanto me va a costar llegar. Salgo, ando y llego. Sin más. Y cuando llego siempre hay alguien esperando, con una sonrisa, consciente de mi esfuerzo y con algo que ofrecerme.
Es cierto que al principio este ritmo nos provocaba más de un enfado, pero hoy es el único ritmo lógico aquí.

Tampoco quiero dar una idea equívoca, no quiero deshacerme de todo lo que el “mundo moderno” nos proporciona. Después de decir todo esto he de reconocer que aunque el móvil lo lleve en silencio tengo internet, consulto Facebook y gmail, uso wasap y voy con mi portátil. Me agobio si no tengo luz por más de dos días.  Y maldigo mientras subo montañas buscando un punto de luz.

La verdad es que debo de hallar el equilibrio, e identificar qué, cómo, y cuáles son las cosas que me facilitan la vida y las que me la complican. Esa es la lección.


sábado, 1 de febrero de 2014

EL DIA QUE LE PUDE A LA MONTAÑA



       Desde el principio noto la diferencia, el camino empieza con unas escaleras de piedras destartaladas que dan paso a una cuesta (normalmente aquí siempre tengo que recordarme que estoy al principio del camino y darme ánimos, porque no puedo empezar a maldecir tan pronto) pero ésta vez antes de terminar de reflexionar sobre el tema estoy ya arriba, y no he odio mi respiración. Veo a Mikela delante de mí pero extrañamente cerca, en ningún momento lo pierdo de vista y sin darme cuenta paso una piedra en la que suelo sentarme a descansar… pero de verdad no me hace falta y puedo seguir andando…
 Subo “la cuesta de piedras”, que lleva a “la cuesta de al lado de la casa” que marca el final de la “zona urbana” y nos metemos ya en la montaña. Ésta si es una cuesta larga y empinada de cantos rodados que suelo subir en dos tramos…pero que hoy no me hace falta parar…
Enserio no puedo creérmelo y sigo a delante, como quien tiene un coche nuevo y pisa el acelerador en una recta para saber cuándo corre…

       Me noto cansada, si claro que sí, las piernas me flaquean… pero no me falta el aire, es tan extraño, tan difícil de explicar… puedo sentir el cansancio en mi cuerpo pero de manera totalmente distinta. Puedo respirar profundamente mientras subo…de verdad, me siento, no sé ni lo que siento…supongo igual que quien ha sido operado del corazón y por fin pueda dar un paseo…un cuerpo nuevo…totalmente nuevo…

       Llegamos al “árbol grande”, es una zona que me encanta, en mitad de la montaña aparece un árbol majestuoso casi suspendido en el aire ofreciendo sombra y refugio para descansar. Es un balcón natural precioso, se puede ver todo el valle y siempre que paso por ahí me imagino en un columpio en sus ramas, y el vacío bajo mis pies… Bien pues ésta es la única parada que hace la “gente normal” cuando va a mi casa, y puedo ver a Mikela como para,  (hasta hoy cuando llegaba ahí Mikela tenía cara de estar harta de esperarme) hoy me mira sorprendida. Por un segundo dudo si parar o no…enserio que podría seguir… Pero paro, a disfrutar del paisaje, del árbol, de un sorbo de agua. Es tan distinto… Por un segundo mis ojos se llenan de lágrimas, estoy asombrada del cambio, “¡¡sólo han pasado tres días!!”
No puedo creérmelo…

       Soy la primera que me levanto, estoy ansiosa de seguir camino, de ver cómo me sienta llegar a casa, casi ya hemos pasado lo peor… Y así es, el resto del camino que para mí antes era mortal por la acumulación del cansancio ahora es un paseo. No exagero, en serio…me doy cuenta de que hay muchas partes de éste tramo que no conozco porque antes estaba tan cansada que no podía apartar la vista del suelo…

Que de idiotas es fumar…

NO ES ASMA, ES TABAQUÍSMO


Decidí que con el año dejaría de fumar, estaba harta y preocupada.
 Me considero una tía valiente, coherente, lista y fuerte. Pero cuanto más tiempo paso en éste viaje más lejos me quedo del resto. Más enferma me siento, mas cansada. Soy la última en todas las caminatas, y una vez que he digerido mi orgullo (que me ha costado lo mío) sólo me queda aceptar que estoy enferma con treinta años, que no puedo seguir el ritmo de un grupo de gente que no es especialmente deportista, sólo me queda verlos alejarse, sin entender muy bien porque no puedo seguir el ritmo…
Cada excursión es un desafío, he notado mejoría desde que estoy aquí, claro que si…ya no me dan los ataques de asma, pero sobretodo porque ahora descanso más, porque voy a mi ritmo y me paro, y me vuelvo a parar las veces que hagan falta, y aun así voy ahogada… me paro más que Alice, que tiene un problema en la rodilla, más que María o Iñaki que también fuman… Soy la que peor lleva las caminatas…
Así que necesito saber si es el tabaco o soy yo, puedo aceptar que mi condición física sea distinta del resto y en fin que tengo asma… pero lo que no puedo hacer es provocarme yo una enfermedad voluntariamente que me imposibilita y me deja al final de la cola, que me limita el viaje…que me destruye.
Sé que para muchos esta reflexión puede parecer obvia, porque lo es… pero de verdad no es lo mismo vivir en España, y coger el coche, andar poco más que para pasear al perro, o algún finde semana en el campo...  así realmente no notas la diferencia. Si haces algún deporte siempre es por placer, y llegas hasta donde puedes sin medir bien cuánto. Pero aquí… aquí hay que andar una media de una hora diaria cuesta arriba por el monte, andar para cualquier cosa, cuesta arriba repito, por el monte…
Tengo casi calculados los pasos que doy entre descanso y descanso, localizadas las piedras en las que me siento y reposo, casi le he puesto nombre a las distintas cuestas, y mi ánimo va despareciendo en cada pisada, cuando levanto la vista y veo la colina…me dan ganas de tirarme de cabeza para abajo.
Así que sólo me queda dejar de fumar y ver qué pasa. Ver si mejoro o acepto que es lo que puedo dar de mí y definitivamente me planto y no me muevo de mi casa…ya tengo mucho material grabado…
Todo esto lo pienso mientas vamos de camino a Bimire, dónde vamos a celebrar la Noche Vieja. Decidí hace unos días que esa iba a ser la última noche que fumara… Si, ya sé que no soy muy original, y que dejar de fumar es el más típico de los propósitos para el nuevo año… Pero bueno, me pareció mejor posponerlo a después de la “gran noche”.
Lo tengo todo preparado, sólo me queda una cajetilla de tabaco y en Bimire es imposible comprar. Aunque sólo aguante un día me valdrá para saber si la subida la hago mejor. El plan es quedarme en Bimire, en casa de Carlo e Iñaki hasta el día dos, y así aprovechar para grabarles unas entrevistas sobre el proyecto, y darme tiempo para limpiar un poco lo que haya fumado de más en Noche vieja, todavía me acuerdo de lo que me costó subir después de la fiesta del cumple de Solvay.
La sorpresa llega con Iñaki, ya lleva tres días sin fumar!!! Ahora sí que no puedo echarme atrás…
Procuro acabar con el paquete esa misma noche, (por supuesto no me supone un esfuerzo).
Día  1, amanezco sin tabaco, con algo de resaca y mucha tos del exceso, así que no es demasiado difícil no fumar, prácticamente ni lo necesito, por las dudas me pego a Iñaki para no ver a nadie fumando y paso el día casi sin darme cuenta.
Día 2, me pongo a currar desde bien temprano, me hago con los chicles de todos mis compis y los paso sin fumar, sólo con algún momento crítico que puedo soportar. Decido quedarme una noche más en Bimire por miedo a las recaídas y porque en realidad estoy a gusto, tengo vida social y apoyo para no fumar.
Día 3, yo sigo grabando entrevistas y recursos para el documental. Descubro que la familia de Uttar (el nepalí dueño de la casa) es una belleza, y él es uno de los pocos hombres que friegan y ayudan en casa en éste país…creo que me he enamorado…
Cuando me apetece un cigarro me como un chicle, y si el ansia es muy grande… esnifo del paquete vacío que aún conservo, igual que si fuera adicta al pegamento… esta imagen tan ridícula de mi me ayuda a sentirme estúpida si fumo y a liberar el estrés con la risa que provoca, (total el que no se consuela es porque no quiere…)
Sobre todas las cosas me ayuda la idea de que hoy voy a volver a casa y no puedo fumar, si no el esfuerzo de estos días no valdrá para nada…

Y por fin, parto monte para arriba otra vez camino de casa…

NAVIDADES EN SALLERI


Estamos ya un poco cansados de ir los fines de semana a Okhaldunga, porque aparte del ciber, de un café dudoso y de comer momos no hay mucho más que hacer. Así que hemos pedido, rogado y al final organizado una escapada turística a un pueblo cercano, a cambio tendremos que trabajar los dos domingos siguientes...

No nos ha resultado demasiado fácil, el primer destino fue unas cataratas de las que nos había hablado, pero los coordinadores de la organización nos han recomendado no ir, está muy lejos, el camino es peligroso y tenemos que pasar varios días andando… Asique, sin saber bien si son escusas para que no nos movamos o si son consejos a tener en cuenta, hemos buscado (gracias a una aplicación del móvil) otro sitio, Salleri, un lugar turístico (por lo menos para los lugareños) desde donde se puede ver el Everest, y donde se supone hay algo de “vidilla” porque muchas expediciones pasan por allí…
Hemos consultado y parece que no hay demasiado problema en ir, sólo tenemos que contratar un jeep... Y necesitamos un día de viaje (cinco horas para sesenta kilómetros), así que yo prefiero no pensar en cómo será la carretera…

Los días previos a partir Sarita nos repite una y otra vez que Salleri es un sitio muy bonito, en donde hay un gran bazar en el que comprar queso, pero siempre termina riéndose entre dientes repitiendo que hace “deraaaaaai chisso” (muuuuucho frio), seguro que se ríe porque nos imagina hechos un cubito ;)

Por fin llega el día, parto de mi casa con una mochila que en principio iba a ser pequeña (sólo para cuatro días) pero que no entiendo porque pesa tanto.

El plan: primero, media hora andando a Nisanke, después una hora de autobús hasta Okhaldhunga (recuerda siempre no sentarte en la ventana que da al precipicio), y si todo sale bien el jeep nos estará esperando, y en cinco horas llegaremos a Salleri.

Bueno, como todo aquí hay que tomarlo con calma.

Asombrosamente el bus sale en hora y llegamos sin problemas a Okhaldhunga, pero el jeep tarda más de una hora en aparecer y cuando lo hace nos para antes de salir del pueblo para recoger a otra personas… “¿pero dónde piensan sentarse? Nosotros somos diez, más el conductor y el "ayudante”.
 Y repito es un jeep no un bus.


Primero no nos dan muchas explicaciones y empiezan a subir los bultos de un hombre al techo, después nos dicen que tenemos que pagar antes de salir el precio pactado 1000 rupias por cabeza, lo que supone que el nuevo pasajero viaja gratis.
Nosotros que además de cara de guiris parece que tenemos cara de tontos no sabemos muy bien que está pasando, pero intentan colárnosla, así que empezamos a bajarnos del jeep y a enfadarnos. Finalmente el hombre se baja, y podemos partir…bastante cabreados.

La carretera al principio es casi la más ancha y cómoda de las que hemos tomado por aquí. Vamos montaña arriba como no podía ser de otra manera. Hay zonas del camino que están “arreglando” y el primer obstáculo que nos encontramos son dos camiones de las obras parados en medio de la carretera junto a una montaña de graba y una pala excavadora, evidentemente todo junto tapona el camino y la solución nepalesa es sin duda la más  “lógica”, la pala empieza a mover la montaña de piedras para hacer paso, los camiones arrancados que sólo tienen que echar marcha atrás dos metros ni se mueven, la pala continúa poco a poco escavando y la cola de jeeps empiezan a pasar a un milímetro de los camiones, con las ruedas sobre la montaña de graba, inclinados unos cuarenta y cinco grados y bajo la pala excavadora…”si, esto es pintoresco…”

A los poco metros empezamos a sentir el frio del que hablaba Sarita, una densa niebla nos acompaña y ya casi no se puede ver el paisaje. A mí me hace gracia pensar que así me siento más segura, no veo por donde podríamos caer, y aunque la imagen de la niebla es infinitamente más tétrica, es tan tranquilizante a la vez…cosas del subconsciente.



Definitivamente cada vez hace más frío, los pies los llevamos helados, sobretodo porque el jeep tiene agujeros en el suelo…bromeamos cada vez que pasamos por encima de un gran charco sobre la vistas panorámicas que nos ofrece el suelo del jeep, igual que si fuéramos en un barco de esos que el suelo es de cristal…
La poca vegetación que alcanzamos a ver está congelada, el rocío o la nieve se agolpan en la cara norte de los pinos y las matas… dentro del coche exhalamos vaho y aún quedan un par de horas…

Hacia mitad del camino paramos en un “bar de carretera” para comer algo. Hace muuuuuchiiiiiiiisimo frío y nos tomamos una sopa de chowmins, y un par de chías (gracias a esta parada empezaran las diarreas…)


Continuamos el camino pero ya empieza anochecer, al final el viaje es más largo de lo que parece y se nos hace de noche.
Finalmente llegamos a Salleri, un pueblo oscuro donde todo el mundo ya está durmiendo, y que no parece muy diferente de Okhaldhunga.
El hotelito que nos han recomendado aparentemente pinta muy bien, es barato, de madera y se nota que es un pueblo turístico para “europeos”, más o menos bien decorado, ¡¡¡¡y con servilletas!!!!...jijjiji…(nunca sabes el valor de las cosas pequeñas hasta que las pierdes…)

Nos abren una gran sala para darnos de cenar y nos ponen una estufa, estamos emocionados y anonadados por las atenciones y la buena pinta del local…pero la euforia dura lo que tardan en traer la carta…aunque es verdad que éste divino hotel nos ofrece delicias como pancaque, queso, patatas fritas y otras delicatesen, el precio es desorbitado….
Cenamos mientras se pelean mi ansia por las delicias y mi estrecho presupuesto. Hacemos el sorteo del amigo invisible, (a mí me ha tocado Pablo) y nos vamos a dormir.


Las habitaciones son espectaculares…vamos, comparadas con lo que nos tiene acostumbrado Nepal. Pero son frías casi hasta el extremo, dentro del saco, sigue saliendo vaho de mi respiración, es imposible calentarse…

Por la mañana yo me despierto la primera, estoy helada y salto de la cama y salgo a la calle a buscar un sitio más barato donde desayunar y a conocer la zona. Lo primero que me encuentro es una hilera de ropa tendida y congelada...¡joder que frío!



Si, efectivamente éste pueblo es más o menos como okhaldhunga, digamos que es una calle larga en la que las casas se reparten sin mucha continuidad a ambos lados, es una versión de esos pueblos de España en los que pasa la  carretera general por en medio y el pueblo solo tiene un par de calles a cada lado…pero claro con estilo nepalí, la general es una “carreterucha” por la que no caben dos coches, que en algún tramo está nivelada,donde  no hay aceras,  y continuamente has de subir y bajar cuestas…


A los pocos metros del hotel encuentro un lugar en el que poder desayunar, y si me fijo puedo darme cuenta de las diferencias, aquí físicamente la gente es distinta, son más….¿chinos? tienen los ojos más rasgados, la cara más redonda y más mofletes…puedes encontrarte con monjes budistas por la calle… y hasta en el ciber consultando su Facebook ;)


Los precios en general son muuucho más caros , hay que buscar bien y elegir los sitios más “castizos” allí donde los lugareños van y donde más oscuridad y menos limpieza habitan. Supongo que por éste motivo, la gente empieza a sufrir diarreas, estreñimiento mal estar, y fiebre… yo me tirare hasta seis días si poder ir al baño :(



Otra cosa que me llama mucho la atención es que aquí hay café en todas partes… (Hemos colonizado este pueblo), aunque claro el café es soluble, sin leche y tan claro como un té…enserio tienes que olerlos para poder diferenciarlos, porque de un vistazo es imposible.

Una vez que todos estamos en pie, hacemos turismo, vamos a un mirador a ver las montañas…





(Que son las mismas que puedo ver desde mi casa pero aquí casi las puedo tocar), y un grupo decidimos ir a un monasterio que hay al otro lado de otro monte… Por el camino algunos empiezan a abandonar, yo la verdad es que ya me lo estoy pensando pero quiero continuar…de momento el camino no es extremadamente empinado y quiero ir a verlo…hasta que el camino deja de ser una carretera y se convierte en senda que sube directa monte para arriba. Se puede ver el pico de la estupa sobresalir allá arriba detrás de unas rocas, y mi ánimo se desploma…no voy a subir, de verdad que no quiero ahogarme por el camino, ya tengo bastante con las caminatas de diario… “no haría esto en España por una catedral, ¿Por qué lo voy hacer por un templo budista?, ya he visto otras estupas…”
No soy la única y vuelvo en compañía de Alice (que tiene dolor en una rodilla) al pueblo, acallando mis voces interiores…de verdad que para mí no es un problema no ver la estupa…es un problema quedarme en tierra por… ¿estar enferma?, digamos que tengo que aceptar mis limitaciones, claro que no todos los cuerpos no son iguales…pero…de verdad ¿estoy enferma? Yo no suelo ser de los que abandonan… ¿he encontrado mis límites?

De vuelta al pueblo descubrimos los momos fritos, ummmm riquísimos, compramos queso, y paseamos.
Al día siguiente Carlo y Pablo, madrugaran para hacerse una ruta en busca del Everest, se supone que hay un mirador a unas tres horas monte arriba, desde donde se puede ver…los demás nos quedamos durmiendo.
Llegan a media mañana, satisfechos y helados, directos a dormir. Con unas fotos preciosas de un mar de nubes y un montón de montañas amontonadas entre las que dicen que esta el Everest, Carlo se pasará la noche de noche buena con fiebre por culpa de ésta escapada…

           Los días en Salleri llegan a su fin, hemos planeado pasar la Noche buena en Okhaldunga, tenemos un bar más o menos fichado en donde cocinan bien, diferente y barato. Así que volvemos a conseguir un jeep, vuelven a intentar engañarnos con el precio y el número de pasajeros, volvemos a enfadarnos (ahora con menos bazas pues necesitamos volver) y finalmente partimos. En el primer bache la ventana junto a maria se desploma y cae a la carretera, Maria se lleva un susto de muerte y el conductor sonríe, para el jeep, recoge la ventana y continúa el camino sin mas... María no puede mas que poner una esterilla para no salirse del jeep y aceptar que pese a todo a tenido muuucha suerte.




El camino de vuelta es totalmente distinto, y un jarro de agua fría para los intrépidos que  fueron a ver el Everest, durante casi todo el viaje podemos ver las montañas, y lo que en la ida fue todo niebla, ahora son impresionantes vistas del Everest y todas las montañas que lo rodean, precioso…


El Everest es el pico mas alto, ese que se ve detras de la primera fila de montañas y mas negro, con forma de pirámide