Ahora escribiendo éstas líneas estoy
en un bar (construido con tablas de madera sucia), tomándome un chía (te,
aceitoso y con posos que no se si son el ingrediente estrella o el que nunca
debió llevar), compartiendo mesa con tres lugareños que me observan, sin saber
que tipo de mujer soy…sola en un bar, con un ordenador portátil que no se si
han visto alguna vez. Y la imagen me
hace gracia, igual que a ellos, que no saben si fumar a mi lado, si saludarme o
que hacer…pero no pueden dejar de mirarme con asombro. El mismo asombro que me
causan ellos a mí…
La mujer que regenta el bar también
me mira, cuando he entrado me miraba casi con susto,… ¿Qué podía buscar yo en
un sitio así? Ahora me mira con curiosidad desde el rincón donde está la cocina
de adobe mientras calienta a leña los chías del resto de parroquianos. Y si
levanto la vista del ordenador y la miro aparta los ojos con vergüenza. A las puertas
del bar se agolpan los viandantes, primero niños y luego cualquiera que pase se
queda mirándome, unos segundos, unos minutos, preguntándose qué hago aquí.
Algunos sonríen, otros se van.
Desde que llegamos aquí siempre es
así. Algunos de mis compañeros se sienten molestos, y tengo que reconocer que a
veces lo es, porque de verdad que se paran a tus espaldas y mantienen los ojos
clavados en ti. Pero somos tan extraños… tanto como ellos para nosotros, la
diferencia es que nosotros tenemos un concepto absurdo del respeto o la
intimidad, y ellos están deseosos de conocer y se olvidan de esto.
Hay algo que seguro que echaré de
menos cuando vuelva a España, y es la frescura de ésta gente. Ellos por cultura
no se saludan si se cruzan en el camino, no se dan los buenos días ni las
buenas noches…no se despiden. Ya nos advirtieron de esto, pero yo en un intento
de parecer amigable siempre lo hago, siempre que me cruzo con alguien por el
camino, lo saludo intento pronunciar correctamente, junto mis manos a la altura
de la barbilla e inclino la cabeza mientras con una sonrisa dedico un namasté,
esto provoca a la vez asombro y risas, y con el tiempo ha germinado, y todo el
que me conoce cuando me ve desde lejos sonríe y se prepara para saludarme.
Puede que en el fondo piensen “mira la loca esta”, pero siempre son cariñosos.
Y a mi me divierte.
Por otro lado los niños, que han
aprendido lo más básico de inglés (sea la hora que sea siempre te dedican un
“good morning sister”) Están encantados con mis saludos y sin quererlo hemos
establecido un juego, ellos en cuanto me ven, bajan corriendo de sus casas al
camino (enserio tooooodos, o casi toooodos los niños, de distintas casas
durante casi una hora) Gritan desde lo lejos, “namaste sister”, y yo respondo
“namaste” y ellos dice “good morning sister” y yo respondo “good morning” y así,
una y otra vez hasta que los paso, y entonces cambian “bye bye sister” “ tata
sister” y como yo sigo respondiéndoles ellos siguen saludando hasta que los
pierdo. Ellos se divierten y ríen y yo también. Es una locura y cuando voy
agotada por el camino ya no me hace tanta gracia pero siempre es mejor que
maldecir… Y en el fondo me anima.
He ido con pies de plomo con las
cuestiones culturales más complicadas, aquí nos habían dicho que no se hablaba
de novios, ni de menstruación ni de nada “impuro”. Pero eso es lo que le
gustaría a los más puritanos de la zona. Mi ama, (y sus amigas) cada vez que
pueden me preguntan, y ya que han cogido confianza cada vez son más valientes.
El otro día las acompañé a repartir la vacuna de la polio entre los niños de la
zona, y aprovecharon para sacarme información. Son como adolescentes con los
temas sexuales. “tu novio, ¿te besa?, ¿si?...” Y no podían parar de reírse y de
preguntar cómo y cuándo… son encantadoras… Y yo que veo q les gusta me hago la
burra y cada vez las escandalizo más, cosa que las anima a preguntar…es
divertidísimo ;)
No sé muy bien a donde quiero
llegar, pero seguro que quiero seguir caminando, junto a miradas distintas, a
formas distintas que me enseñen lo bueno de cada mundo, las caras de otros, que
hablan de que el mundo no es más que lo que hacemos, y cómo lo hacemos.
Somos infinitamente pequeños y nos provocamos
quebraderos de cabeza infinitamente grandes que no nos pertenecen, los grises,
los puntos medios existen, están ahí y quiero conocerlos.
Muy bien por tu relato. En mi clase de ingles (estoy estudiando en eeuu) tengo un compañero nepali, y a veces siento que soy una acosadora que lo saluda y lo intenta despedir "de beso".
ResponderEliminarOooooh...pecioso Marina!
ResponderEliminarVoy a leer todo lo ke hayas escrito!!