Desde el principio noto la diferencia, el camino empieza con
unas escaleras de piedras destartaladas que dan paso a una cuesta (normalmente
aquí siempre tengo que recordarme que estoy al principio del camino y darme
ánimos, porque no puedo empezar a maldecir tan pronto) pero ésta vez antes de
terminar de reflexionar sobre el tema estoy ya arriba, y no he odio mi respiración.
Veo a Mikela delante de mí pero extrañamente cerca, en ningún momento lo pierdo
de vista y sin darme cuenta paso una piedra en la que suelo sentarme a
descansar… pero de verdad no me hace falta y puedo seguir andando…
Subo “la cuesta de piedras”, que lleva a “la cuesta de al
lado de la casa” que marca el final de la “zona urbana” y nos metemos ya en la
montaña. Ésta si es una cuesta larga y empinada de cantos rodados que suelo
subir en dos tramos…pero que hoy no me hace falta parar…
Enserio no puedo creérmelo y sigo a delante, como quien
tiene un coche nuevo y pisa el acelerador en una recta para saber cuándo corre…
Me noto cansada, si claro que sí, las piernas me flaquean… pero
no me falta el aire, es tan extraño, tan difícil de explicar… puedo sentir el
cansancio en mi cuerpo pero de manera totalmente distinta. Puedo respirar
profundamente mientras subo…de verdad, me siento, no sé ni lo que siento…supongo
igual que quien ha sido operado del corazón y por fin pueda dar un paseo…un
cuerpo nuevo…totalmente nuevo…
Llegamos al “árbol grande”, es una zona que me encanta, en
mitad de la montaña aparece un árbol majestuoso casi suspendido en el aire ofreciendo
sombra y refugio para descansar. Es un balcón natural precioso, se puede ver
todo el valle y siempre que paso por ahí me imagino en un columpio en sus
ramas, y el vacío bajo mis pies… Bien pues ésta es la única parada que hace la “gente normal”
cuando va a mi casa, y puedo ver a Mikela como para, (hasta hoy cuando llegaba ahí Mikela tenía
cara de estar harta de esperarme) hoy me mira sorprendida. Por un segundo dudo si parar o no…enserio que podría seguir…
Pero paro, a disfrutar del paisaje, del árbol, de un sorbo de agua. Es tan
distinto… Por un segundo mis ojos se llenan de lágrimas, estoy asombrada del
cambio, “¡¡sólo han pasado tres días!!”
No puedo creérmelo…
Soy la primera que me levanto, estoy ansiosa de seguir
camino, de ver cómo me sienta llegar a casa, casi ya hemos pasado lo peor… Y
así es, el resto del camino que para mí antes era mortal por la acumulación del
cansancio ahora es un paseo. No exagero, en serio…me doy cuenta de que hay
muchas partes de éste tramo que no conozco porque antes estaba tan cansada que
no podía apartar la vista del suelo…
Que de idiotas es fumar…
Mi enhorabuena por por tus entretenidos y estupendos relatos y, ahora, también por tu valentía al dejar de fumar. Este es un buen momento y te animo para que lo consigas y animes a todos tus "compañeros" a seguirte en ese inteligente y sano camino.
ResponderEliminarCada día abro mi ordenador con el deseo de encontrar tus hermosas historias que nos acercan a María, asi que en ocasiones como esta disfruto admirando vuestro valor y sacrificio que, estoy seguro, multiplicara por mucho la experiencia y sabiduría que ya demostrais
Ánimo¡¡ Un abrazo para todos ("un abbraccio a tutti")