martes, 14 de enero de 2014

EL DIA QUE LA MONTAÑA PUDO CONMIGO




A la vuelta del rio, yo empiezo a subir con mis compañeros. El camino es realmente inclinado y desde el principio me parece duro (que fácil se baja, pienso mientras sigo andando…cada vez más lento, cada vez más lejos del resto del grupo)…
Con nosotros viaja, para las primeras semanas “Diana” una mujer creo que americana de unos sesenta años que es sponsor del programa de desarrollo local, ella va equipada con dos palos de senderista y hasta ahora siempre había ido andando detrás de nosotros…hoy puedo ver cómo me adelanta mientras noto que algo no va bien…
Mi respiración empieza a ser tan fuerte que se me oye creo en todo el valle,“no puedo, no puedo”  dice una voz dentro de mi…Pero el camino sigue empinado, entre piedras, barrancos, no puedo apreciar ni la belleza del paisaje ni el placer de la naturaleza…
Mis compañeros maldicen el camino mientras bromean, pero yo no puedo seguir el ritmo, estoy sudando como nunca y sólo puedo ver que la senda sigue, más arriba, más allá…
Cada vez que parece que después de esa cuesta viene un llano, la maldita montaña me sorprende con otra cuesta aún más empinada, “debería parar y descansar”, pero quizá paremos ahora… “sí,  en esa sombra seguro que paramos…la gente también va cansada…” pero la gente no para, maldice, pero sigue adelante, bromea pero sigue…
Hasta que por fin, se apodera de mí un angustioso ataque de asma.
De repente no puedo controlar mi respiración y un sonido seco, profundo y ahogado emana de mi garganta sin saber muy bien de donde viene. Puedo notar todos los conductos cerrados y como no me llega el suficiente oxígeno, una vez, dos, tres, intento respirar pero no puedo controlarlo, otra vez, el sonido cada vez me das más miedo.
Intento tranquilizarme y tomar las riendas de la situación, pero no puedo. No hay nada que hacer, sólo dejar que mi cuerpo encuentre la manera, y si saber porque mis ojos están encharcados y si ya me es difícil respirar, ahora se mezcla con el intento de llorar, voy a “petar”…y no puedo hacer nada.
A mi alrededor mis compañeros se asustan y me esperan, recuerdo la cara de Iñaki y María asustados, uno me hace aire, la otra me quita la mochila, y  yo no puedo más que obedecer a las manos que me rodean y dejarme hacer, sin saber el que…
Ganesh  se hace cargo de la situación, manda a la gente a seguir con el camino y a mí me obliga a descansar y a respirar profundamente, María (la rubia) se queda conmigo, intenta tranquilizarme. Es una chica muy maja y con lo poco que nos conocemos puedo sentir que va a ser mi amiga sin problemas, ella ha venido al proyecto de “empoderamiento de la mujer” y tenemos varias cosas en común.
Me siento bien estando ella a mi lado y poco a poco me recupero y empiezo a respirar con normalidad…
Me acompañan el resto del camino, lento, obligándome a parar cada poco y sermoneándome sobre la cantidad de cigarrillos que fumo…tienen razón… Pero yo no puedo deshacerme del sentimiento agonioso de que esto me supera… Yel camino continúa hacia arriba, más largo, eterno…
Desde ese día, mi máxima preocupación será la montaña. El miedo se apodera de mi cada vez que tenemos que ir a un sitio nuevo, y la verdad es que a ratos me siento incómoda, “no quiero cambiarme de casa, no quiero ir a conocer nada, me da miedo…estoy en muy baja forma, debería dejar de fumar…”
En esos días debatí con bastante angustia conmigo misma sobre cómo enfrentarme a la situación, cualquier camino supone más de una hora por senderos de cabras montaña arriba, se supone que yo tengo que ir a grabar todo lo que mis compañeros hacen y no sé muy bien cómo voy a poder hacerlo…
Además, me han informado de que la casa en la que me alojaré está al otro lado de la montaña, allá  arriba…
“¿Y si me planto?”  Yo he venido a hacer un voluntariado cierto, pero no a sufrir…esto me puede… “¿pero que esperaba?...estoy en Nepal, sabía que hay montañas…”
Los días van pasando, desde la organización me animan a probar unos días y después decidir, y yo que tengo un orgullo estúpidono sé qué hacer con él. No me decido si esta es una situación a la que enfrentarse, o por la que no quiero pasar…
Mi estado anímico da saltos…mi madre y mi novio desde España me animan a seguir, siempre dentro de mis límites…
“Mis límites…¿los tengo?... ¿Cuáles son?...”
 Y llega el día de mudarme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario